La decisión de unir la vida a una nueva pareja que aporta hijos a la relación tiene muchas implicaciones. Por eso, la primera pauta de la Guía es tomar la decisión cuando se cuente con garantías de que va a salir bien.
No hay que olvidar que los niños ya han pasado por un proceso de ruptura y cambios, “por lo que es aconsejable no introducir más alteraciones en su vida hasta no tener alguna certeza de que las cosas pueden ir bien”, señalan.
Así, es importante darse tiempo como pareja para confirmar que todo marcha hacia adelante, antes de hacer partícipes a los niños en esa nueva relación. Lo ideal es comenzar poco a poco, quedando en algún sitio del agrado de los pequeños, y si sale bien, ir repitiendo paulatinamente. Las vacaciones también pueden ser una buena prueba para testar si todo va bien.
Otro punto importante antes de la convivencia es ajustar los principios educativos; es decir, ponerse de acuerdo en las normas que para ambos son irrenunciables en cuanto a la educación de los niños. “Si no conseguís poneros de acuerdo en lo fundamental, es mejor que no os planteéis convivir mientras tengáis hijos menores”, apunta la Guía.
Los hijos de cada uno han de ser escuchados antes de que llegue la convivencia para poder entender sus posibles reticencias y limar, en la medida de lo posible, sus miedos. Si no fuera posible, hay que tener en cuenta, tal como señalan los expertos que “no todas las parejas con hijos o hijas han de convivir necesariamente: las relaciones pueden mantenerse y cuidarse sin necesidad de compartir constantemente casa y vida”.