EL muay thai es una forma de vida a través de la lucha. Un arte marcial milenario intrínsecamente relacionado con la religión en la antigua Siam, actual Tailandia, donde es el deporte nacional. Una disciplina lejana y distinta, donde no hay lugar para el dolor ni para mostrar un ápice de debilidad, que ha hecho suya el sestaoarra Unai Assassin Caro (Sestao, 1992). Actual campeón de Europa, este domingo peleará con el japonés Shunsuke Oishi por el título mundial ISKA de muay thai del peso superligero, en una pelea pactada en 63,5 kilos, en el combate estelar de la velada Hoost Cup que se va a celebrar el próximo domingo en Nagoya (Japón).

El púgil de Sestao, de 26 años y con un palmarés de 23 victorias y 3 derrotas en 26 combates, quiere poner el broche de oro a un brillante 2018 en el que ha conquistado los títulos de España, Ibérico y Europa de muay thai y el Internacional WBF de K1. “Hace un año no esperaba acabar 2018 así”, resume ilusionado. Caro se ha preparado a conciencia junto a su padre y mentor, Pepe Caro, al que le debe su iniciación en el boxeo tailandés, y afronta el combate con ganas de ponerle la guinda a un año redondo. “Me encuentro muy bien físicamente. He entrenado muy duro y he preparado bien la pelea. Estoy muy motivado”, subraya.

Se trata de un reto mayúsculo y a la vez una oportunidad única, aunque su juventud le garantiza un brillante porvenir pase lo que pase el domingo en el Centro de Congresos de Nagoya, donde tendrá lugar la pelea, y que colgará el cartel de no hay billetes puesto que las cerca de 2.000 entradas para esta velada ya están vendidas. “Sé que vamos a ser las cinco personas de mi equipo contra el mundo, pero por mi cabeza no pasa otra cosa que ganar. Sería algo histórico y no hago más que imaginarlo, aunque, pase lo que pase, voy a luchar por estar ahí arriba siempre. Soy ambicioso”, proclama.

El gran ambiente que se registrará en el pabellón japonés, lejos de ser un obstáculo, supone un acicate para el luchador vizcaino que ya conoce lo que es pelear en Oriente. No en vano, se ha subido al ring en Tailandia hasta en tres ocasiones. “Saber que está ya todo vendido desde hace tiempo motiva más si cabe”, señala. Y es que el arte de las 8 armas allí es el deporte rey. “En Asia es un espectáculo que se asemeja a lo que aquí sería el fútbol. Está mejor visto y mejor pagado, en su cultura los luchadores de muay thai tienen un estatus como el que tienen aquí los futbolistas”, explica en relación a la velada que tiene programados once combates con el pleito de fondo a cinco asaltos entre el ídolo local Oishi y Caro.

17 HORAS DE VUELO Caro y su equipo viajaron el miércoles a Japón para aclimatarse al cambio horario y llegaron el jueves tras más de 17 horas de viaje en avión, con escala previa en Ámsterdam. En el país del sol naciente, el luchador vizcaino realizará varios entrenamientos antes del pesaje programado para mañana. “Nos han habilitado un espacio para poder entrenar en el hotel en el que estamos alojados”, detalla. En cuanto a la primera pelea, la que tiene que ver con la báscula, Caro se muestra tranquilo. “Siempre apuro hasta el último momento. Antes del viaje espero ir como máximo con tres kilos por encima de los 63,5 en los que está pactado el combate, y luego ya el día del pesaje como mucho que me quede un kilo por bajar”, expone.

Antes de la pelea, Caro cumplirá el rito religioso que supone subirse a un ring en Asia. “Hay que cumplir con sus tradiciones. Haremos un baile bonito y breve como símbolo de respeto por el maestro. Es un momento que sirve de calentamiento y concentración”, apunta. Respecto a su rival, señala que “Oishi es el actual campeón del mundo, tiene una trayectoria importante y es fuerte y muy valiente, además de más experimentado que yo. Sin embargo, creo que su forma de pelear me viene bien”, afirma. No obstante, es consciente de que luego hay que subirse al ring y pelear. “Si todo va bien, espero volver a casa con el título y dedicarlo a la afición porque no hay dinero que pague el apoyo que me están brindando”, concluye. Sin duda, Assassin Caro quiere ver salir el sol como campeón en el lejano Oriente.