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      Punta del Diablo, la nueva playa de moda en el Este

      Ya no es un pueblito de pescadores. Un boliche, en una noche, juntó 5.700 personas.

      Punta del Diablo, la nueva playa de moda en el EsteCLAIMA20110207_0034 BOOM. EL AÑO PASADO SE AUTORIZARON HASTA 12 MIL METROS CUADRADOS DE CONSTRUCCION. NO PARA DE CRECER.
      Redacción Clarín

      Como la mayoría de los habitantes de Punta del Diablo, Roberto Páez Cabrera (43) vivía de la pesca. Él no sabe si fue por una alteración en la temperatura del agua o por la llegada de enormes cruceros, pero de algo está seguro: la pesca bajó. Y mucho. Sin embargo, Roberto pudo adaptarse e hizo lo que hicieron casi todos los que viven en este lugar: cambió peces por turismo y, ahora, construye cabañas artesanales .

      Durante 2010, según el director de turismo de Rocha Pedro Quartino, en Punta del Diablo se autorizaron entre 11 mil y 12 mil metros cuadrados de construcción. Y si bien no existen números oficiales sobre la cantidad de personas que entraron a la ciudad, en Prefectura aseguran que este año en la playa de ese lugar se vio mucha, pero mucha más gente.

      Los Ragusa, de Baradero, habían venido hace dos años. “Parece un lugar distinto”, dice Mónica, que junto a su esposo Sergio y sus hijas Martina (12) y Agustina (10) toma sol a unos pocos metros de la orilla del mar. “Me acuerdo que como no había luz, andábamos por la calle con linterna. Y los bares tenían velas. Eso era hermoso.

      El aspecto positivo del cambio es que ahora, en la playa, venden choclos o podés pedir que te preparen un trago ”.

      Para el inicio de esta temporada, se abrieron 12 nuevos hosteles. Punta del Diablo se puso de moda y todos quisieron venir. “Tenemos capacidad para 40 camas pero un día, a principios de enero, hospedamos a 80 personas –dice Matías Seré, dueño del hostel Carabanchel–. Llegamos a alquilar la hamaca paraguaya y un lugar del jardín para que pudieran acampar. ¡Hasta hubo algunos que nos pagaron doble por dormir juntos en el mismo colchón!”.

      A principio de enero, el alquiler de una casa para cuatro o cinco personas costaba, en promedio, entre US$ 100 y US$ 150 por noche. En febrero, las mismas se consiguen por US$ 75.

      “En ese sector –dice el ururguayo Alvaro Ocampo señalando, a metros de la playa, decenas de techos amarillos, azules, verdes, con tejas bien rojas– sólo existían cinco casas”.

      Hace 15 años, nadie hubiera creído que en Punta del Diablo iba a haber un boliche que recibiría en una sola noche a 5.700 personas. Pero este verano pasó: Bitácora superó todas las expectativas. Los primeros días de enero, para entrar había que hacer media hora de cola. Los micros estaban colapsados; las playas, saturadas. Autos por todos lados.

      En la secretaría de Turismo no le encuentran explicación al boom.

      “Cuando algo se pone de moda, se pone de moda” , dice Quartino. “Es un lugar precioso, con hermosas playas, pero los servicios no son buenos. Esperemos que este perfil pueda continuar, porque con tanta afluencia de gente en un pueblito de pescadores surgen problemas de todo tipo”.

      Élida Da Silva, esposa de Roberto Páez Cabrera, también vive del turismo: alquila las cabañas que su marido construye. “Es bueno que esto siga así”, dice y, luego, duda unos segundos: “La entrada de dinero es mejor. Sin embargo, depende de cómo se lo mire. Esto ya no es más aquel pueblito de pescadores”.


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