Familias ensambladas o reconstituidas, una realidad en alza en España
El 70% de los matrimonios se separan y, de estos, un 80% vuelve a formar una nueva familia en la que al menos uno de los dos cónyuges tiene hijos.
¿Sabías que el 70% de los matrimonios se separan? y que, de estos, ¿un 80% volverá a constituir una nueva familia en la que, al menos, uno de los dos cónyuges tenga hijos de matrimonios anteriores? Estos porcentajes, a priori, sorprendentes, dan paso a una nueva realidad, cada vez más creciente, y por tanto normalizada, que son las familias ensambladas o reconstituidas.
"Míos, tuyos, nuestros" fue una de las comedias más exitosas en los 90, en la que se presentaba la realidad de gestionar una familia con hijos, que no eran hermanos, como una locura inviable y poco frecuente. Más tarde llegaron Los Serrano, calando en nuestra cultura e imaginario colectivo, normalizando la que era la realidad de cada vez más hogares en España.
Pese a la abundancia de este modelo, no hay mucha bibliografía, ni recursos que faciliten su gestión, que supera en complejidad a la de las familias tradicionales. Apenas encontramos, si googleamos un poco, su definición, esbozada por la Unión de Asociaciones Familiares (UNAF), que dice que se entiende por familia reconstituida aquella formada por una pareja en la que uno o ambos miembros tienen hijos o hijas de una relación anterior, pudiendo residir con ellos o bien con sus otros progenitores.
Duelos no resueltos
La gran complicación en este tipo de convivencias es la mochila emocional que cada uno, cónyuges e hijos, traen del matrimonio anterior, y la coexistencia de ambas realidades familiares. Muy posiblemente, la anterior convivencia acabó por dejadez de uno de los integrantes, ahora embarcado en una nueva relación, por descuido o incluso por infracción de las normas de la monogamia. Y que ese episodio fuera también desagradable para los hijos de ese primer enlace, que ahora dudan, no faltos de rencillas y desconfianza, ante la nueva relación de su progenitor.
Nuevas normas y costumbres
Una vez creado el nuevo hogar, es hora de implantar la, también renovada, identidad familiar, a base de instaurar costumbres, en las que todos puedan formar parte. No es necesario deshacerse totalmente de las antiguas, pero sí crear una dinámica con la que todos se sientan a gusto, cómodos e identificados. Un reto difícil, por supuesto, pero en absoluto imposible y que, de trabajarse bien, con los cimientos correctos, esta será una nueva, pero no por ello inestable, realidad familiar, de la que nutrirse y en la que celebrar todo lo bueno de la vida.
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