“Integrar dos familias para dar origen a una nueva, demanda una actitud generosa por parte de sus miembros.” (Aroca, 2013).
En la actualidad donde las separaciones y divorcios aumentan, cada vez son más las familias que surgen precediendo otras como ocurre en las familias ensambladas o reconstituidas, este tipo de familias se crea cuando ”el padre o la madre vuelve a casarse, o a conformar una nueva pareja, y trae a la nueva unión a por lo menos un hijo o hija de su matrimonio o relación anterior” (Berger, 2004; Visher, 1998); una de las características fundamentales es que son familias en transición, es decir, tienen que asumir un número importante de cambios en breve lapso temporal, al menos más corto que lo habitual en las familias convencionales, y por lo tanto no figuran en la expectativa vital de sus miembros (Boyd, 2000).
Como lo menciona Gutman, estas familias son un entramado amplio y complejo de intercambio y experimentación de relaciones interpersonales, donde todos los miembros del sistema tienen la oportunidad de desarrollar nuevas formas de vincularse, particularmente los hijos, quienes pueden encontrar en su nueva familia, un lugar de socialización y aprendizaje idóneo para ellos. Así mismo, esta complejidad relacional inherente a este tipo de sistemas, ayuda a que la configuración de los roles familiares sea menos rígida que en modelos familiares más tradicionales.
Entendiendo que conformar una familia requiere de unos ajustes importantes, se prioriza el generar acuerdos entre la pareja a partir de las creencias, los legados, las expectativas que cada uno trae de su historia familiar, construyendo una nueva identidad familiar, en la que se afiance un espacio único de anclaje emocional, íntimo y cultural, siendo evidente la capacidad de adaptación individual y de pareja, para luego en algunos casos darle el espacio físico y emocional que requieren la llegada de los hijos. Las familias reconstituidas requieren mayores esfuerzos, ya que, se conforman sobre la base de pérdidas y cambios importantes, los hijos preceden a la formación de la pareja, hay más de dos adultos en rol parental, hijos que por lo general circulan entre dos hogares, hay más vínculos y personas involucradas.
Más allá de sus formas particulares, todas ellas tienen en común la tarea de alcanzar la integración de sus miembros, el sentido de pertenencia y la identidad familiar, y esa tarea trae consigo nueva estructura y organización de vínculos, interacciones, roles, funciones, actividades básicas, rituales. Es aquí donde es importante entender que las relaciones entre las personas que componen una familia ensamblada o reconstituida no se dan espontáneamente como ocurre en las familias tradicionales; por el contrario, son el resultado de ciertas acciones que demanda esfuerzo y honestidad.
Algunos aspectos a tener en cuenta en la construcción de los nuevos vínculos:
La nueva familia, surge a partir de una pérdida, por lo que es importante permitir la elaboración del duelo al ritmo y necesidades de cada uno de los miembros de la familia.
Coexisten varios momentos ciclo vital de la familia, por lo que la construcción de la pareja carece de tiempo y espacio para crear su propia identidad, pues se inicia con roles parentales con pautas relacionales y estilos de crianza diversas.
Los vínculos padres e hijos preceden a la pareja y al inicio suelen ser más intensos con los primeros por la misma reacomodación que se requiere.
La nueva familia mantendrá una relación real o virtual con la ex pareja, lo que exige darle un espacio en la vida de la familia con los límites y acuerdos que se requieren para consolidar la nueva pareja.
La importancia de establecer los acuerdos y el vínculo de los hijos con la nueva pareja del padre o la madre y entre los hijos de ambos, más aún si existe convivencia parcial o permanente.
Se amplía la familia extensa para la pareja, por lo tanto se requiere la re acomodación de vínculos y encuentros familiares.
Es de anotar que una pareja sólida y anclada, resulta la base de la familia, más aun en las familias reconstituidas debido a que están sometidas a mayores tensiones y niveles de estrés, lo que resulta perjudicial para todos es que el nuevo hogar se convierta en el generador de tensiones, además de las que provienen del exterior (familia anterior, familias extensas, amistades, etc).
Es así, como la identidad familiar es un asunto muy íntimo de rituales, acuerdos, costumbres, lenguajes, afectos muy propias que se construyen día a día y se fortalece en la expresión de sus integrantes alrededor del bienestar de cada uno, aprendiendo entre todos una nueva manera de ser familia.
En tal sentido, la cooperación de todos, el anclaje de la pareja, el acompañamiento de las perdidas, la comunicación asertiva, el reconocimiento, los limites, roles, funciones, jerarquía, los acuerdos de crianza y de pareja, entre otros aspectos, permitirá que cada miembro potencie su identidad, su individualidad, su inclusión, la flexibilidad, la creatividad, generando un ambiente rico de intercambio y experimentación de nuevas formas de relacionarse, contribuyendo en la consolidación y el crecimiento de la nueva familia y de cada uno de los miembros que la conforman
“En definitiva, nadie sustituye a nadie y en todo caso los nuevos miembros de la familia se complementan” (Gutman).
Bibliografía Sugerida:
Dameno, M. S. (1999). Familias ensambladas. Revista FIGURA/FONDO, 5, Instituto Humanista de Psicoterapia Gestalt, A. C.
Davison, D, (2.004) Familias ensambladas. Mitos y realidades de los míos los tuyos y los nuestros. Argentina. Ed. Vergara. Páginas 11 a 74
Galatsopoulou, E. (2015). Salud y funcionalidad de las familias reconstituidas en proceso de Terapia Familiar. Recuperado, Agosto 31 de 2019: https://www.tesisenred.net/bitstream/handle/10803/308340/TEG.pdf?sequence=1
Gutman, L. Familias ensambladas. Recuperado, 4 de septiembre de 2019: http://www.lauragutman.com.ar/articulos/familias_ensambladas.doc