Centro histórico Roma
Desde su fundación, la ciudad de las siete colinas ha albergado culturas muy diversas, las cuales fueron dejando siglo tras siglo su peculiar impronta artística y constructiva. Así pues, el centro histórico de Roma es hoy día una preciosa amalgama donde los vestigios romanos, medievales, renacentistas y barrocos se mezclan entre sí con una equilibrada elegancia que enamora a cualquier viajero.
Un buen punto de partida para recorrer el centro histórico de Roma es la piazza Navona, cuya peculiar forma elíptica nos recuerda que se halla sobre el antiguo estadio de Domiciano. Sus coloridas viviendas, sus bellas fuentes (entre las que destaca la de los Cuatro Ríos, ejecutada por Gian Lorenzo Bernini) y la fachada cóncava del templo barroco de Santa Inés constituyen reclamos más que suficientes para visitarla. También vale la pena acercarse al Campo di Fiori para tomarle el pulso a uno de los mercados callejeros con más solera de la capital italiana y conocer el espacio donde la Santa Inquisición quemó al insigne filósofo italiano Giordano Bruno.
A menos de 500 metros de allí se encuentra la zona arqueológica de Largo di Torre Argentina, el lugar exacto donde murió Julio César, y la Cripta Balbi, que es una de las cuatro sedes del Museo Nacional Romano.
Es tal la densidad de rincones de interés patrimonial en la Ciudad Eterna que resulta imposible no dejarse alguno en el tintero. Ahora bien, el Panteón de Agripa es innegociable, pues se trata de uno de los mejores exponentes de las capacidades constructivas de los romanos. Este antiguo templo, en el que está enterrado el pintor Rafael Sanzio, puede presumir de contar con la bóveda de hormigón no armado más grande del mundo, con sus 43,44 metros de diámetro.
La via dei Pastini nos conduce directamente a la piazza di Pietra, donde se conservan las 11 columnas corintias del antiguo templo de Adriano. 300 metros más adelante se encuentra la Fontana di Trevi, que es sin lugar a dudas la fuente más emblemática de la capital italiana. Proyectada por Nicola Salvi y Guiseppe Pannini, sorprende por su monumentalidad, especialmente si tenemos en cuenta las reducidas dimensiones de la plaza en la que está situada, siendo obligatorio lanzar una moneda a su interior si queremos, siguiendo con la tradición, regresar alguna vez a Roma.
Dirigiendo nuestros pasos hacia el Tíber daremos con el Ara Pacis, un monumento conmemorativo dedicado a la paz y la prosperidad alcanzadas durante el gobierno del emperador Augusto, cuyos frentes están ornamentados con relieves de extraordinaria delicadeza. Tomando la via di Ripetta, en diez minutos desembocaremos en la piazza del Pópolo, uno de los espacios urbanos más atractivos de la ciudad debido a la fascinante simetría originada por las iglesias “gemelas” de Santa Maria dei Miracoli y Santa Maria di Montesanto.
Finalmente, la via del Babuino os llevará hasta la elegante escalinata de la piazza di Spagna, en la que, después de coronar sus 135 escalones, disfrutaréis de unas preciosas panorámicas de la capital italiana junto a la iglesia de la Trinità dei Monti.